viernes, 11 de septiembre de 2015

Poemas para Gadea [I]

Este mar tan inmenso,
este sol tan intenso,
ahogando ánimas sin tropiezo,
arrugando frentes, secando comienzos.
Insomnio en el lecho, me encontré de niño
consciente de ser moribundo perpetuo.

¿Cómo creer en deidades,
en mañanas sin edades,
si mi cuerpo se mostraba entrópico
y mis pasiones entes pasajeros?

Inconformista me sorprendí soberbio,
hice de este absurdo mi rival perfecto,
de este sueño, mi parapeto
contra finales que no acepto.

Pero Gadea ha puesto fin al tiempo,
lo ha absorbido entre sus huecos.
para terminarlo y renacerlo.
Alberga el futuro en su útero,
emanan salmos de entre sus besos;
siempre idénticos, siempre nuevos.

Gadea es el vino derramado entre los cuerpos,
la penúltima calada en la mar alborotada,
la cicuta, que adormece y mata luego.

Gadea es la excusa de la muerte.
Gadea es vida.

Espigón de Isla Cristina (Huelva) una tarde de finales de junio.

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